La publicación de esta entrada está demorándose mucho, porque no escribo demasiado últimamente...
Así que os voy a ir poniendo fechas y textos inconexos...
Sábado, 15 de Septiembre de 2012
Llame ayer para encontrarme un compañero para bajar a Madrid a la manifestación de este mediodía...
Así que os voy a ir poniendo fechas y textos inconexos...
Sábado, 15 de Septiembre de 2012
Llame ayer para encontrarme un compañero para bajar a Madrid a la manifestación de este mediodía...
Y acabe bajando a un concierto de los Tea... fue un buen plan... entre otras cosas porque estuve con dos buenos amigos y porque disfrute de la orientación precisa y de la conversación agradable e inteligente de mi copiloto...
Uno de los temas recurrentes de las ultimas charlas con este amigo mío surgiría a raíz de una de las publicaciones de su propio blog, y así, acabamos hablando sobre el sentido del arte, y sobre la semántica de la música (sobre el significado, o el sentido del "sonido humanamente organizado").
Esto de "sonido humanamente organizado" lo tome de la traducción española de este libro de John Blacking...
Vais a tener que perdonarme que abandone lo que creí que seria el hilo principal de este texto y a permitidme que me desvíe del tema del "sentido del arte musical" y hable brevemente de mi relación con ese barato y bastante fácil de leer "¿Hay música en el hombre?", un libro bastante útil incluso para alguien "que no entienda" de música.
Sábado, 22 de Septiembre de 2012
Pues bien, éste es un libro que he comprado ya unas 3 ó 4 veces, pero que no tengo... el primer ejemplar que compré y leí, acabó prestado a un amigo de la facultad, con el que discutía una vez sobre la idea de que existe gente mejor dotada para la música que otra, y que estos eran los que finalmente llegaban a músicos... yo me rebelaba contra esa idea y le regalé el libro a ver qué opinaba... después, el mismo día que mi amigo me lo devolvía, se lo presté a otro con el que ambos habíamos quedado, y el ejemplar acabó viajando en una maleta a Suecia...
La verdad es que no recuerdo con tanto detalle lo qué hice con el otro o los otros dos libros que debieron salir de la tienda antes de que comprase el que le regalé a mi hermana hace unos años...
Básicamente, la respuesta corta a la pregunta que plantea el título de Blacking es, por lo que puedo recordar, que la música sería un fenómeno cultural presente en todas las sociedades humanas y que el distanciamiento del lenguaje musical o la diferenciación de papeles que se da entre la mayoría de los individuos de nuestra cultura occidental no se debe a las distintas capacidades de dichos individuos para expresarse o comunicarse a través de la música, si no a factores socio-económicos propios de nuestra sociedad... creo que Blacking señala algunas peculiaridades de nuestra cultura industrial, o propia de un mundo industrializado, para explicar por qué en ocasiones el ciudadano medio europeo o americano parece tan torpe musicalmente hablando, en comparación con el individuo de la tribu X que te hace un temazo con dos latas de tomate... o con unas cuantas ramas ahuecadas (¿que opinaría Stravinsky de ESTO?)
Bueno...
El tema en sí da para mucho, pero... ¿por dónde iba?... ¿a dónde quería llevar el asunto?
El significado de la música, ¿no?...
Hablar del significado de la música implica haber aceptado que el "sonido humanamente organizado" puede tener un sentido fuera de su contexto... la historia de la estética musical está sembrada de argumentos de todo tipo, pero creo que de actualmente, a menudo inconscientemente, nuestra opinión se basa en una mezcolanza de varias de estas posturas, sin tener la precaución de considerar su verdadero origen...
Por ejemplo, hablar del significado de la música podría llevarnos a preguntarnos por el significado de una determinada obra (una pieza para guitarra, por poner un caso), sin tomar la precaución de considerar que quizá el concepto de obra o pieza musical como objeto artístico más o menos fijo, podría no existir en la época en que se registró, o se escribió, ese fragmento de música... o sin considerar que el significado de la pieza estaba íntimamente ligado a su interpretación en un determinado contexto... es decir, la música podría depender de su contexto, y la valoración de la interpretación muy probablemente también...
Es una obviedad, pero...
Bueno...
Para mí, resulta complicado a veces trazar la línea entre el producto musical autónomo (la pieza musical que basa su estructura y su contenido en la propia música, en las propias características del sonido y de su organización en el espacio y en el tiempo) y la función que desempeña ese producto musical, tanto en el momento, quizá temporalmente lejano, de su concepción, como en el momento de su recreación, o interpretación (esto es, el uso que le dan los distintos agentes implicados en una situación musical: el uso que hacen de la música los propios músicos y los que los escuchan, la forma que tienen de relacionarse cada uno de estos grupos con la música)...
En su momento, en el blog de mi colega y en la charleta de camino al concierto de hace una semana... o en la vuelta a casa... empecé a pensar en algo que leí sobre el dodecafonismo...
Siendo rápidos, y seguramente imprecisos, podríamos decir que el dodecafonismo es una corriente musical que desafiaba la percepción del oyente forzando una organización musical, de las secuencias de sonidos de una pieza, que no era la acostumbrada y la desarrollada o afianzada a través de siglos de tradición cultural occidental...
Esa organización nueva, con bastante probabilidad, podría dar lugar a una pérdida de la comunicación entre intérprete y público, y de hecho creo que esa podría ser una explicación también rápida e imprecisa de las consecuencias o el impacto de distintas propuestas musicales que se han dado dentro de esta estética...
Ojo... no me entendáis mal... no quiero ofrecer una postura personal sobre ninguna corriente o estética musical... puede que disfrute intelectualmente con las disonancias y la ruptura del discurso de algunas de esas propuestas, tal y como disfruto a veces de audiovisuales que me muestran realidades desagradables, confusas o que no me inspiran calma y felicidad... en ese sentido, nuestra sociedad está mucho más abierta a la fealdad o la desproporción que se puede manifestar en otras formas de expresión artística que a la idea de una "música que agrede"...
Pues eso, no es una crítica a la atonalidad ni al dodecafonismo... sólo intento dar un posible punto de vista que sirva como pretexto para analizar este tema tema del sentido, el significado, la autonomía del lenguaje sonoro...
Lo que empecé a pensar en el coche con mi colega, o al leer su mensaje sobre la ruptura del sentido, fue que una vez leí, no sé muy bien dónde, que el dodecafonismo, o quizá su propio padre, Schönberg, acabó recurriendo a determinadas formas o estructuras musicales, condicionado en parte por las características de su contenido musical "discontinuo", si se me permite el término... la discontinuidad o falta de amarre que tendría el oyente frente a esa nueva estética, forzaba a los compositores a adoptar ciertas medidas que en ocasiones no provenían de la propia música y de ese nuevo lenguaje...
Creo recordar que aquella lectura explicaba que a veces las piezas debían ser cortas, para no perder el sentido del discurso musical... o que la organización nueva de la sucesión de sonidos no había conseguido desarrollar una estructura propia en las piezas, y que los compositores a veces se ceñían a formas musicales muy clásicas para dotar de sentido a su discurso (por ejemplo, compondrían sonatas con un lenguaje dodecafónico, a pesar de que la sonata es un forma propia de otra estética musical)... no sé si me explico... debería encontrar ese texto y leerlo de nuevo, pero no sé dónde empezar a buscar...
Bueno...
Ayer viernes, una semana después del concierto de los Tea, me reencontré con mi amigo en "situación de concierto"... en el "último chotis" de la banda Sparkle Gross...
Y ambos tuvimos que claudicar ante una nueva manifestación del argumento de la importancia de la función social de la música frente a la autonomía del lenguaje sonoro...
En fín...
Estoy cansado de escucharme pensar y escribir... y de haber trasnochado...
Voy a intentar conciliar el sueño un rato, o a estudiar un poco, que hoy no ha habido quién amaneciera a las seis de la mañana...
Salud, y hasta el próximo fárrago pseudo-intelectual y repulsivo...
Sábado, 22 de Septiembre de 2012
Pues bien, éste es un libro que he comprado ya unas 3 ó 4 veces, pero que no tengo... el primer ejemplar que compré y leí, acabó prestado a un amigo de la facultad, con el que discutía una vez sobre la idea de que existe gente mejor dotada para la música que otra, y que estos eran los que finalmente llegaban a músicos... yo me rebelaba contra esa idea y le regalé el libro a ver qué opinaba... después, el mismo día que mi amigo me lo devolvía, se lo presté a otro con el que ambos habíamos quedado, y el ejemplar acabó viajando en una maleta a Suecia...
La verdad es que no recuerdo con tanto detalle lo qué hice con el otro o los otros dos libros que debieron salir de la tienda antes de que comprase el que le regalé a mi hermana hace unos años...
Básicamente, la respuesta corta a la pregunta que plantea el título de Blacking es, por lo que puedo recordar, que la música sería un fenómeno cultural presente en todas las sociedades humanas y que el distanciamiento del lenguaje musical o la diferenciación de papeles que se da entre la mayoría de los individuos de nuestra cultura occidental no se debe a las distintas capacidades de dichos individuos para expresarse o comunicarse a través de la música, si no a factores socio-económicos propios de nuestra sociedad... creo que Blacking señala algunas peculiaridades de nuestra cultura industrial, o propia de un mundo industrializado, para explicar por qué en ocasiones el ciudadano medio europeo o americano parece tan torpe musicalmente hablando, en comparación con el individuo de la tribu X que te hace un temazo con dos latas de tomate... o con unas cuantas ramas ahuecadas (¿que opinaría Stravinsky de ESTO?)
Bueno...
El tema en sí da para mucho, pero... ¿por dónde iba?... ¿a dónde quería llevar el asunto?
El significado de la música, ¿no?...
Hablar del significado de la música implica haber aceptado que el "sonido humanamente organizado" puede tener un sentido fuera de su contexto... la historia de la estética musical está sembrada de argumentos de todo tipo, pero creo que de actualmente, a menudo inconscientemente, nuestra opinión se basa en una mezcolanza de varias de estas posturas, sin tener la precaución de considerar su verdadero origen...
Por ejemplo, hablar del significado de la música podría llevarnos a preguntarnos por el significado de una determinada obra (una pieza para guitarra, por poner un caso), sin tomar la precaución de considerar que quizá el concepto de obra o pieza musical como objeto artístico más o menos fijo, podría no existir en la época en que se registró, o se escribió, ese fragmento de música... o sin considerar que el significado de la pieza estaba íntimamente ligado a su interpretación en un determinado contexto... es decir, la música podría depender de su contexto, y la valoración de la interpretación muy probablemente también...
Es una obviedad, pero...
Bueno...
Para mí, resulta complicado a veces trazar la línea entre el producto musical autónomo (la pieza musical que basa su estructura y su contenido en la propia música, en las propias características del sonido y de su organización en el espacio y en el tiempo) y la función que desempeña ese producto musical, tanto en el momento, quizá temporalmente lejano, de su concepción, como en el momento de su recreación, o interpretación (esto es, el uso que le dan los distintos agentes implicados en una situación musical: el uso que hacen de la música los propios músicos y los que los escuchan, la forma que tienen de relacionarse cada uno de estos grupos con la música)...
En su momento, en el blog de mi colega y en la charleta de camino al concierto de hace una semana... o en la vuelta a casa... empecé a pensar en algo que leí sobre el dodecafonismo...
Siendo rápidos, y seguramente imprecisos, podríamos decir que el dodecafonismo es una corriente musical que desafiaba la percepción del oyente forzando una organización musical, de las secuencias de sonidos de una pieza, que no era la acostumbrada y la desarrollada o afianzada a través de siglos de tradición cultural occidental...
Esa organización nueva, con bastante probabilidad, podría dar lugar a una pérdida de la comunicación entre intérprete y público, y de hecho creo que esa podría ser una explicación también rápida e imprecisa de las consecuencias o el impacto de distintas propuestas musicales que se han dado dentro de esta estética...
Ojo... no me entendáis mal... no quiero ofrecer una postura personal sobre ninguna corriente o estética musical... puede que disfrute intelectualmente con las disonancias y la ruptura del discurso de algunas de esas propuestas, tal y como disfruto a veces de audiovisuales que me muestran realidades desagradables, confusas o que no me inspiran calma y felicidad... en ese sentido, nuestra sociedad está mucho más abierta a la fealdad o la desproporción que se puede manifestar en otras formas de expresión artística que a la idea de una "música que agrede"...
Pues eso, no es una crítica a la atonalidad ni al dodecafonismo... sólo intento dar un posible punto de vista que sirva como pretexto para analizar este tema tema del sentido, el significado, la autonomía del lenguaje sonoro...
Lo que empecé a pensar en el coche con mi colega, o al leer su mensaje sobre la ruptura del sentido, fue que una vez leí, no sé muy bien dónde, que el dodecafonismo, o quizá su propio padre, Schönberg, acabó recurriendo a determinadas formas o estructuras musicales, condicionado en parte por las características de su contenido musical "discontinuo", si se me permite el término... la discontinuidad o falta de amarre que tendría el oyente frente a esa nueva estética, forzaba a los compositores a adoptar ciertas medidas que en ocasiones no provenían de la propia música y de ese nuevo lenguaje...
Creo recordar que aquella lectura explicaba que a veces las piezas debían ser cortas, para no perder el sentido del discurso musical... o que la organización nueva de la sucesión de sonidos no había conseguido desarrollar una estructura propia en las piezas, y que los compositores a veces se ceñían a formas musicales muy clásicas para dotar de sentido a su discurso (por ejemplo, compondrían sonatas con un lenguaje dodecafónico, a pesar de que la sonata es un forma propia de otra estética musical)... no sé si me explico... debería encontrar ese texto y leerlo de nuevo, pero no sé dónde empezar a buscar...
Bueno...
Ayer viernes, una semana después del concierto de los Tea, me reencontré con mi amigo en "situación de concierto"... en el "último chotis" de la banda Sparkle Gross...
Y ambos tuvimos que claudicar ante una nueva manifestación del argumento de la importancia de la función social de la música frente a la autonomía del lenguaje sonoro...
[Voy a aprovechar para felicitar a los músicos por su gran directo... lamento de veras la separación del grupo]
En fín...
Estoy cansado de escucharme pensar y escribir... y de haber trasnochado...
Voy a intentar conciliar el sueño un rato, o a estudiar un poco, que hoy no ha habido quién amaneciera a las seis de la mañana...
Salud, y hasta el próximo fárrago pseudo-intelectual y repulsivo...
esto eres capaz de escribir tu tras tres horas de sueño? joder el día que te dejemos dormir revientas occidente xD.
ResponderEliminarMe ha resultado muy interesante hacer un repaso por todos estos argumentos que compartíamos, me sirve para organizar conversaciones que eran un poco caóticas.
Lo que no tengo es ninguna conclusión xD. Así mientras escribo pienso que estaría quizá dispuesto a asumir que los seres humanos NECESITAMOS orden y sentido casi en todos los ámbitos de nuestra vida y que los buscamos en las diferentes culturas que hemos ido creando.
El problema en el que solemos caer (me parece normal que nos pase) y que es muy peligroso es pensar que hay algo fuera de nuestro cerebro que está ordenado, pensar que la "naturaleza" tiene orden, sentido o moral es muy peligroso porque los mas hijos de puta de nuestra especie siempre tienen esa ilusión de que su visión del universo y el universo coinciden.
Creo (haciendo un resumen por el que merecería una paliza) después de haber leído mucho a Nietzsche que lo que él nos proponía es asumir la amoralidad de la vida, su irresolubilidad, y a partir de ahí auto-proclamarnos creadores de nuestro orden y sentido a placer.
Dr. Gameboy, creo que te voy a invitar a escribir sobre el tema en este blog... con más margen de maniobra...
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